Albabas, ornamentos para la privacidad en edificios

Las aldabas o llamadores son piezas articuladas que se sitúan en las puertas exteriores de las casas para llamar a sus ocupantes. Utilizamos el presente aunque quizá sería mejor utilizar el pasado. Las aldabas han sido mayoritariamente sustituidas por timbres o porteros automáticos (“telefonillos”), se han convertido actualmente en complementos ornamentales de puertas o portones.

Los tiradores suelen construirse con materiales metálicos (hierro fundido, bronce o latón). Se componen normalmente de cuatro partes: placa (plancha de chapa), espigón (una pieza alargada con una anilla en el extremo), martillo (la pieza que golpea) y tas (la pieza que recibe el golpe al llamar).

La aldaba es algo más que un complemento-accesorio. Está relacionado con dos conceptos, la intimidad y la propiedad privada. El tener que llamar para entrar a un edificio, a una vivienda particular, es una forma de separar el mundo exterior del mundo interior, una forma de protección de la intimidad. Junto con la cerradura, los llamadores protegen la propiedad.

Su origen está en la Edad Media. Se utilizaban aparte de llamadores como tiradores. En algunas iglesias aferrarse a ellos era la forma de solicitar asilo en ellas. En principio eran poco más que una argolla o un aro de hierro unido a una cabeza de bronce. En las casas particulares tenían la forma de pequeños martillos. A lo largo del medioevo fueron adoptando formas diversas de animales (cabeza de león o grifo por ejemplo). Sus dimensiones y valor artístico estaban en función del tipo de edificio donde se situaban. Así en el caso de edificios religiosos o de la nobleza su tamaño era mayor, se les llamaba aldabones, y estaban cuidadosamente cincelados. En la época renacentista adoptaron generalmente la forma de dos S contrapuestas.

En el siglo XIX el estilo Historicista y el Art Nouveau, potenciaron la aldaba como elemento ornamental de los edificios. Así encontraremos, siguiendo el historicismo, aldabas neogóticas y medievalizantes y aldabas con formas orgánicas, inspiradas en la naturaleza, siguiendo al estilo Nouveau-modernista. La llegada de la energía eléctrica y con ella la aparición de los timbres llevó en el siglo XX a la decadencia de los llamadores.

Aldabas que en algunos casos son pequeñas obras de arte. Que se pueden convertir en elementos que ayuden a personalizar un edificio.

Texto: Fausto Sánchez-Cascado, “historiólogo creativo”.

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