Referirse al minimalismo es para algunos referirse a un espacio casi vacío o a un mueble con los mínimos elementos posibles. No deja de ser cierto, pero no de forma completa. Un interior minimal es algo más. Vamos a intentar desbrozar un poco este estilo.
El término minimal fue utilizado por primera vez por el filósofo británico Richard Wollheim en 1965. Con él lo que se pretendía expresar eran los conceptos de austeridad, orden, sencillez y síntesis; opuestos al barroquismo, derroche, ostentación… A partir de ahí surgió un minimal art en el campo de la pintura y arquitectura, una arquitectura minimalistas con representantes como Tadao Ando, una música minimalista con compositores como Michael Nymano una moda minimalista que tiene a Armani como uno de sus mejores representantes.
Mies Van der Rohe (arquitecto alemán, uno de los “padres” del racionalismo) nos dejó con una frase muy clara la idea básica del estilo: menos es más. Un interior, un mueble minimalista partirá de espacios despejados, líneas rectas y definidas, el uso escaso de color (con preponderancia del blanco),la utilización de formas geométricas básicas y la eliminación de cualquier elemento ornamental-decorativo no estrictamente necesario. De alguna forma, la búsqueda de la belleza con la mínima expresión. Estará influido por el racionalismo o el estilo Zen japonés que buscaban conceptos parecidos.
A partir de la década de los noventa del siglo XX, se convirtió en un estilo dominante del diseño occidental. Se utilizó para interiores domésticos buscando la simplicidad y comerciales buscando la funcionalidad extrema. Ya en los dos mil hemos asistido a una variante del estilo, su mezcla con otros. Así, por ejemplo, encontramos interiores minimalistas neobarrocos en que la austeridad del minimalismo se utiliza para potenciar la fuerza y la ornamentación de los elementos barrocos.
Fausto Sánchez-Cascado. «historiólogo creativo»
