Persianas

La persiana es un elemento del interiorismo humilde y en ocasiones menospreciado. Un elemento complementario a balcones y ventanas. Permite regular la luz en los interiores, pero también resguardar su intimidad y, en algunos casos mediante una cámara de aire, evitar el ruido, la contaminación acústica, exterior. Separa y a la vez relaciona el interior con el exterior.

Hay persianas enrollables, venecianas, verticales, romanas… En nuestra área las más conocidas y utilizadas son las alicantinas, enrollables con lamas de madera; casi un ícono Mediterráneo.

Ya en la época Neolítica a modo de persiana se utilizaban hojas para tapar las ventanas. Los antiguos egipcios cubrían las ventanas con cañas entrelazadas. Pero el verdadero origen de nuestras actuales persianas es Persia, la actual Irán. De hecho su nombre en castellano viene del francés, persienne que se puede traducir como proveniente de Persia. Los venecianos en la Edad Media las difundieron por toda Europa. En 1769 Edward Beuan perfeccionó el sistema de las persianas venecianas, incorporando el cordón sin fin y la polea para mover las lamas. En el siglo XIX se generalizaron en toda Europa y Estados Unidos. En el siglo XX se introdujeron nuevos material para su realización como el plástico, PVC sobre todo, y aluminio y nuevas tecnologías.

Decíamos al principio que la persiana era un elemento en ocasiones menospreciado. En zonas muy influidas por el Calvinismo y tendencias religiosas puritanas, por ejemplo Holanda, elementos como persianas y cortinas apenas se utilizan. Se consideran como elementos que buscan la privacidad, el esconder el interior de la vivienda, algo rechazable. Tendencias como el racionalismo y el minimalismo parten casi de su eliminación, para conseguir la utilización de la luz natural de forma total.

Persianas, los párpados de los balcones y las ventanas.

Fausto Sánchez-Cascado. «historiólogo creativo»

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