El interiorismo como oficio

Vivimos una época en que en determinados ambientes se minusvalora el concepto de oficio. Se asimila oficio a una actividad laboral ligada aún a la antigua actividad artesanal. Una actividad basada en los antiguos trabajos manuales, para los que no se requiere grandes conocimientos teóricos. Detrás de esta visión, en el caso de España, aún pervive la concepción del desprecio hacía las actividades manuales que tenía la élite (nobleza sobre todo) y que seguían las clases medias para acercarse a estas élites. Esta idea aún se mantiene en la “titulitis”, búsqueda de realizar estudios universitarios, que pervive en nuestro país.

En el campo del diseño este menosprecio también existe. En el diseño de indumentaria, de productos, mobiliario o gráfico no se utiliza normalmente el concepto de oficio. El diseño cada vez más se entiende como un ámbito en que domina la idea, el concepto, el arte-lo estético. En la arquitectura interior estamos en el mismo caso. Se valora a los diseñadores estrella como Stark, Hayón o Marino. Diseñadores que trabajan a la vez en varios campos de diseño, que realizan interiores, productos, zapatos… Se valoran los discursos teóricos en que los elementos prácticos apenas aparecen.

Hasta fechas relativamente recientes el interiorismo no existía ni como campo del diseño. Hasta el siglo XX no se daba una especial importancia a los interiores. A finales del siglo XVIII e inicios del XIX se empieza a dar importancia a los interiores con estilos como el Neoclásico. En el siglo diecinueve y parte del veinte el interiorismo se entiende como decoración, que se limita a adornar las estancias, sin modificaciones estructurales que corresponden a los arquitectos. Se entiende como un arte aplicado. Realmente hasta bien entrado el siglo veinte, la labor de interiorista la realizaban los propios arquitectos como Gaudí, Le Corbusier o Mies van der Rohe. Es a partir de la segunda mitad del siglo cuando realmente aparecen interioristas propiamente dichos, diferenciados de los arquitectos.

Quizá la necesidad de convertir al interiorismo en una actividad autonóma, ha hecho que se le quiera separar lo máximo posible del concepto de oficio. Quizá la tendencia a minusvalorar los oficios y valorar lo artístico y conceptual también ha ayudado.

Hablar de oficio es hablar también de técnica, funcionamiento, obra bien hecha. La creatividad, el concepto, viene después de tener absolutamente claro las necesidades, los requerimientos de un interior. Oficio es dominar la técnica, tener muy claro los diferentes pasos de un proyecto.

El dominio del oficio en el interiorismo quizá no cree proyectos estrella, ni interioristas emblemáticos pero si proyectos reales y eficaces.

Texto: Fausto Sánchez-Cascado, “historiólogo creativo”.

2 respuestas a «El interiorismo como oficio»

  1. Es posible aprender el oficio de interiorismo de manera teórica en su principio o es necesario la práctica desde el inicio?

    1. Hola David, interesante planteamiento! Cada centro formativo imaginamos que tendrá su propia metodología… lo importante es querer aprender este apasionante oficio y tratar de dominar ambas partes para que cada proyecto resuelva de la mejor manera las necesidades estéticas, funcionales y experienciales que se plantean! Gracias por leerlos!

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