Nos ha llegado el frío de repente y nos ha atacado duramente. Es un buen momento para hablar de la calefacción, para hablar de cómo a lo largo de la historia el hombre ha luchado contra el frío.
La calefacción es una forma de climatización. Mediante ella se aporta calor a espacios cerrados y habitados, cuando las temperaturas exteriores son bajas. El ser humano tiene necesidad del calor para desarrollar sus actividades, pero no tiene la protección de pelos o plumas como otros animales. Es por ello por lo que necesitado calentarse sobre todo durante las épocas frías.
En la prehistoria y más concretamente en la época paleolítica, el hombre consiguió el calor mediante el vestido y el fuego. El fuego fue su primer sistema de calefacción. Su dominio parece que lo consiguió el Homo erectus hace más de 400.000 años. Como combustible para su alimentación, se solía usar leña, restos vegetales y excrementos de animales herbívoros secos. A pesar de sus ventajas, como sistema de calefacción tenía también inconvenientes: al situarse en medio de la cueva o choza podía ser peligroso (sobre todo para los niños) y necesitaba aire para la combustión y ventilación.
En la Grecia y Roma clásica apareció un nuevo sistema de calefacción, el hipocausto. El hipocausto es un sistema que se puede considerar como antecedente del suelo radiante. Fue utilizado sobre todo en las termas del Imperio Romano y también en las casas particulares más ricas. En el exterior del edificio se construía un horno y los gases calientes, producidos en la combustión, el calor se transmitía por canalizaciones situadas en el suelo y a veces en las paredes. Los romanos también utilizaban chimeneas, pero lo más común sobre todo en las viviendas era usar braseros.
En la Edad Media la chimenea-hogar fue el sistema de calefacción principal. Seguramente aparecieron en las zonas más septentrionales de Europa y se generalizó en el siglo XI. Las casas solían tener solo una en la cocina o en la habitación principal, por lo que el resto de la casa permanecía sin calor. En la España medieval encontramos la gloria, un sistema parecido al hipocausto, que utilizaba la paja como combustible.
En la época del Renacimiento y Barroco, las chimeneas se seguían utilizando, aunque en algunas habitaciones se utilizaban estufas que utilizaban la madera como combustible. Pero el gran cambio en la Edad Moderna en sistemas de calefacción fue en el siglo XVIII. Las chimeneas mejoraron su tiro y combustión, con lo que hubo más calor en las habitaciones y aparecieron las estufas de porcelana que daban un calor limpio y sin humo.
A principios del siglo XX poco a poco se fueron aplicando las nuevas técnicas de la Revolución Industrial en la calefacción de edificios mediante calderas de carbón, tuberías y radiadores, las calefacciones pasaron a ser centralizadas para todo un edificio. En 1892 aparece la primera estufa eléctrica que en 1912 se convierte en portátil. La modernidad entraba en la calefacción.
A lo largo de la historia el hombre ha luchado contra el frío, pero hay un frío que no mitiga ninguna calefacción, el frío interior.
Fausto Sánchez-Cascado. «historiólogo creativo»