Se celebra estos días los veinte años de la inauguración del Palacio de Congresos de Valencia realizado por Norman Foster, que además ha sido elegido por seguna vez el mejor Palacio de Congresos del mundo. Es este un edificio quizá no muy conocido del arquitecto británico pero que tiene todas las características de su obra: funcionalidad, tecnología y sobriedad.
Norman Robert Foster (Manchester, 1935) es uno de los arquitectos más conocidos de la actualidad. Forma parte de ese conjunto de “arquitectos estrellas” de finales de los noventa y de inicios de este siglo.
Foster nació en un barrio deprimido de Manchester. Se costeó sus estudios en arquitectura y urbanismo en la Universidad de su ciudad trabajando de día y de noche en todo tipo de ocupaciones (heladero, vendedor de muebles, portero de club…). Amplió sus estudios en Estados Unidos con una beca en la Universidad de Yale. Allí se relacionó con Richard Rogers (el futuro realizador de la T4 del aeropuerto de Barajas, Madrid). Las influencias de Foster en este periodo de formación son arquitectos como Mies, Charles y Ray Eames, Gropius, Wright y Kahn.
A su vuelta al Reino Unido, Foster se integra en el grupo Team 4, de este grupo surge su primera obra significativa, el Reliance Control Limited (Swindon). Tras la disolución del grupo (1966) forma un nuevo estudio Foster Associates. En esta época colaboró en varios proyectos con el arquitecto norteamericano Buckminster Fuller, que le influyó en un acercamiento más tecnológico a la arquitectura.
Entre los años setenta y ochenta del siglo pasado es cuando se gesta la base de las características de su obra. Es concretamente en la década de los ochenta, frisando ya la cincuentena, cuando llega su fama, gracias sobre todo a la construcción de la sede central de la sede central del Banco de Hong Kong & Shangay.
En la décadas de los noventa y en los inicios del nuevo siglo, llegan los reconocimientos y premios a su obra, entre otros, el Pritzker en 1999. Llega también, su nuevo estudio Foster + Partners, con 1300 empleados de 50 nacionalidades y con una estructura que se acerca más a un campus universitario que a un estudio de diseño. Y sobre todo llega el grueso de su obra: el aeropuerto de Standed, la Torre de Collserola (Barcelona), el Reichstad de Berlín, el Metro de Bilbao, el edificio Blomberg, solo por citar algunas de sus proyectos arquitectónicos, a los que habría que añadir sus realizaciones en mobiliario y otros campos del diseño.
El análisis de la obra de Foster en ocasiones es reduccionista. Se le etiqueta como mejor representante del estilo High Tech (Alta Tecnología) y ahí acaba el análisis. Foster va más allá. Su arquitectura, tanto exterior como interior, ha reinventado en gran parte aeropuertos, oficinas y todo tipo de espacios. Busca eliminar barreras físicas y sociales, mejorar la calidad de vida, mediante edificios que con la utilización de nuevas tecnologías sean sostenibles y eficientes. Su arquitectura parte del respeto al usuario y a sus necesidades.
Norman Foster para quien la clave de su trabajo es “(…) la creencia de que la arquitectura es importante; la calidad de lo que nos rodea, de cómo está diseñado, desde una estación al pomo de una puerta, influye en nuestra vida”
Texto: Fausto Sánchez-Cascado «historiólogo creativo»
Fuentes
_ FIELL, Charlotte & Peter. Diseño del siglo XX. Taschen, Colonia
_ FIELL, Charlotte & Peter. El diseño industrial de la A a la Z. Taschen, Colonia, 2001
_ https://fosterandpartnwes.com
_ http://gonzalocarazodt1b.blogspot.com/2012/12/norman-foster.html