Georgie Dann nos lo decía hace unos años en su canción: “El Chiringuito, el chiringuito / Yo tengo un chiringuito / A orilla de la playa / Lo tengo muy bonito./ Espero que tu vayas/”
Un chiringuito no deja de ser un bar de playa, tan común en las costas españolas que se calcula que hay unos ocho mil, a pesar de las limitaciones de la Ley de Costas. Un establecimiento con una carácter más o menos provisional, con un cierto aire efímero. Qué en general no busca la sofisticación, cuando se busca esta entraríamos más bien en el club de playa o en un cierto tipo de chill out. Allí podemos encontrar a toda la fauna playera: niños, jóvenes, jubilados… un microcosmos playero.
Siguiendo el artículo de Fermín Zabalegui (“Tipologías de chiringuitos playeros”, GQ, 07-2015) y centrándonos en sus aspectos sobre todo decorativos, podemos marcar los siguientes tipos de chiringuitos. El clásico, el de toda la vida, es un espacio hecho de elementos diversos: una barra y suelo de madera, una pérgola de aluminio, sillas y mesas normalmente distintas con marcas de bebidas… un “totum revolutum”. El chiringuito “moderno” buscará la funcionalidad. La madera también dominará pero con una tendencia a utilizar tonos blancos o azules. Encontraremos en él mobiliario de Ikea, o que recuerde a un estilo nórdico y velas por las noches. Podemos definir como libanés al que busca una cierta elegancia, una cierta sofisticación. Tendrá una mezcla de elementos asiáticos (balineses, vietnamitas, chinos…), caribeños y californianos. Así en este tipo de chiringuito encontraremos camas balinesas (catres con pérgolas y capacidad para entre dos y cuatro personas), estatuas de Buda, tablas de surf, antorchas caribeñas y elementos decorativos vietnamitas, tailandeses, polinesios… En la costa gaditana, encontramos un tipo de chiringuito con elementos decorativos hippies: cuerdas, cojines de colores, telas hindúes… El chiringito norteño, cantábrico, es austero, cerrado, con cristales, un bar de toda la vida pero en la playa.
¿Por qué se han planteado ustedes qué sería una playa sin sus chiringuitos?
Fausto Sánchez-Cascado. «historiólogo creativo»