El mueble bar

El mueble bar pretende ser una especie de bar en casa. Un mueble o espacio contenedor y expositor de bebidas básicamente alcohólicas y todos los accesorios con ellas relacionadas (vasos, copas, pinzas…). Su origen está en las décadas de los veinte y treinta del siglo XX en Estados Unidos. En España su gran época fueron los años sesenta y setenta. Hay varias variantes del mueble bar: el mueble bar propiamente dicho (en algún caso con barra), el carrito de bebidas y el espacio donde se guardan las bebidas en la librería de salones y comedores.

El mueble bar propiamente dicho es cualquier mueble contenedor susceptible de albergar bebidas alcohólicas. El que podemos considerar mueble bar por excelencia será el que dispone de barra. Apareció por la influencia por un lado de la Ley Seca Norteamérica, que prohibía el consumo de alcohol, y por otra de Hollywood. Su gran época fueron los años treinta en que, con la influencia del estilo Déco, se cubrieron de espejos interiores, baldas, luz interior…

El carrito de bebidas, que en España solemos denominar “camarera”, es a la vez mueble contenedor y expositor de las bebidas. Surgió por el cambio de hábitos sociales que se generó a partir del final de la Primera Guerra Mundial, que llevó a nuevos muebles. La “camarera” fue una innovación en la forma de atender y servir a los invitados, al ir desapareciendo doncellas y criados, los dueños de la casa tenían con ella una forma fácil y cómoda de atenderlos. El carrito fue una adaptación de las mesas auxiliares con ruedas de la época Victoriana y de los carritos de hoteles y hospitales.

Sobre todo en las décadas de los sesenta y setenta, prácticamente todas las librerías de los salones-comedores disponían de un espacio para contener bebidas alcohólicas. Normalmente estaban espejadas, en algún caso, disponían de luz y se podían cerrar con llave (seguramente para salvaguardarlas de los niños). Estos espacios, muchas veces, eran almacenes de bebidas alcohólicas extrañas y de objetos insospechados…

El mueble bar, a partir de la última década del siglo pasado, ha entrado en decadencia. Entre otros aspectos, por la reducción del espacio de las viviendas que ha llevado a guardar las bebidas en cocinas o trasteros. A pesar de ello, a muchos de nosotros esa mezcla de aromas de anís, coñac, whisky que desprende un mueble bar nos traslada con nostalgia a la infancia…

Fausto Sánchez-Cascado. «historiólogo creativo»

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