Mecedoras

La mecedora es un mueble de asiento que nos mece, que con su balanceo nos produce una sensación de tranquilidad y sosiego. Un mueble para algunos ya desfasado, casi “vintage” o retro. de otra época; pero que aún tiene sentido y funcionalidad.

Una especie de leyenda atribuye a Benjamin Franklin (uno de los “padres” de Estados Unidos, inventor y político) la creación de la primera mecedora en 1787. No hay nada real que lo acredite. Lo que si se puede confirmar es que en 1725 en Inglaterra ya se fabricaban sillas y sillones con balancines en su parte inferior. En las colonias inglesas del norte América, lo que luego sería Estados Unidos, a partir de mediados de siglo alcanzaron popularidad.

En la primera mitad del siglo XIX empezaron a ser fabricadas en serie por empresas de mobiliario en Estados Unidos. Eran mecedoras de madera, bambú, metal y mimbre. Con respaldo de listones, balaustres, brazos y tapizado. La secta de los Shakers, un grupo puritano de origen británico parecido a los Amishs, ayudaron también a su difusión realizando unas mecedoras de alta calidad. En Europa hasta la segunda mitad de siglo no alcanzaron popularidad. En Inglaterra, por ejemplo, hasta bien entrado el siglo se las consideraba como un mueble afeminado, para uso de impotentes e inválidos. Gracias a Michael Thonet se generalizaron. La empresa de Michael Thonet realizó las primeras mecedoras de madera curvada: ligeras, elegantes, estables y económicas.

En el siglo XX y concretamente en la década de los veinte,aparecen las mecedoras plegables. Se adaptan a los diferentes estilos de diseño, así encontraremos mecedoras racionalistas, de estilo Deco, orgánicas… Una muestra significativa es la RAR de Charles y Ray Eames. En Estados Unidos, a partir de la década de los cincuenta, aparece la figura de Sam Malof que diseña las mecedoras más populares y usadas de la época.

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Mecedoras RAR Vitra (Foto: Vitra)

Como decíamos al principio, quizá ahora se considere a las mecedoras como un mueble del pasado. Un mueble sobre todo a utilizar en exteriores. Puede influir en esta consideración sus dimensiones poco aptas para los reducidos interiores contemporáneos. Pero el confort, la tranquilidad y el sosiego que producen su lento vaivén son impagables. Ante el sofá en que nos “desmoronamos”, la mecedora es suave, tranquila e incita a la meditación.

Mecedoras que, como las bicicletas de la obra de Fernando Fernán Gómez, son para el verano.

Texto: Historiólogo creativo «Fausto Sánchez-Cascado»

FUENTES

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