Salones de juego

El hombre es un ser que juega, un homo ludens en palabras de Johan Huizinga, filósofo e historiador holandés. El juego muy pronto llevó a la apuesta. A valorar y conseguir beneficios marcando quien iba a ser el vencedor en una competición determinada. Apostar era también una forma de jugar contra el azar, contra el destino, intentar vencerlo.

Ya en la antigua China existían apuestas. Griegos y romanos apostaban en sus Juegos, en el caso de los griegos, y en los combates de gladiadores y carreras de cuadrigas, en la época romana. Fue a finales del siglo XVIII cuando las apuestas se generalizaron en el Reino Unido y centradas en las carreras de caballos. En el siglo XIX siguieron creciendo y propagándose a todo el mundo occidental y a otros deportes. Con las apuestas generalizadas surgieron también los fraudes y amaños.

Las salas de juegos se desarrollaron a partir del siglo XX. En ellas se realizaban sobre todo apuestas deportivas y se jugaba con las tragaperras. Salas de juego-apuestas como las de la película de George Roy Hill, El Golpe.

En España ha sido en los últimos años, el último lustro, cuando se han generalizado. Se calcula que hay más de tres mil, con una cifra cercana al millón y medio de jugadores habituales. Su proliferación ha llevado a la polémica debido a la incidencia que pueden tener sobre la ludopatía y a su uso por niños y adolescentes.

Como el interiorismo no es una disciplina neutral, los interiores de los salones de juegos se diseñan con una funcionalidad clara, que se juegue y apueste lo máximo posible. Issues Office, una plataforma de estudio de arquitectura y diseño, ha dedicado un estudio a analizar la estructura tipo de las salas de apuestas españolas. Vamos a analizarla.

La circulación se estructura a partir en primer lugar de la zona donde las apuestas son más rápidas, la zona de apuestas deportivas, siendo el último espacio el lugar donde se sitúan las tragaperras, donde se busca que el jugador este más tiempo.

En su interior se busca la mayor concentración, individualidad y atemporalidad posible para los jugadores. Que estos se sientan como en una especie de capsula. Así los techos no tienen una excesiva altura, para no distraer el acto del juego. La iluminación es escasa, básicamente la que dan las máquinas. No existen relojes, la sala de juegos es un espacio atemporal. Las fachadas son normalmente opacas para que no haya luz natural y que el jugador no se sienta observado. Se separa claramente la zona de juegos individualizada de la zona de bar más social. Los asientos de las tragaperras son individuales, acolchados, cómodos, buscando que en ellos se pueda permanecer un largo periodo de tiempo.

Interiores de salas de juego, interiorismo como herramienta para el juego.

Texto: Fausto Sánchez-Cascado, historiólogo creativo

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Fuentes

www.xlsemanal.com/conocer/historia/20190528/apuestas-deportivas-amano-partidos-futbol-primera-division-espana.html

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