El taburete es la base y origen de los muebles de asiento. Humilde, visto por algunos casi como un mueble auxiliar, sin él no hubieran existido ni la silla, ni el sillón, que no dejan de ser una evolución de él. Un taburete es un asiento, sin reposabrazos ni respaldo, con una asiento normalmente cuadrado o circular y tres o cuatro patas. Si lo definimos es porque en muchas ocasiones se llama taburete a mobiliario de asiento que realmente son sillas o sillones altos. Como también se le llama a escabeles o reposapiés que no son muebles de asiento.
En el origen de los muebles de asiento estuvo el taburete. Los hombres primitivos se sentaban en el suelo, en rocas. Nuestro mueble fue una solución sencilla para sentarse. Detrás del origen de sillas, sillones y tronos seguramente está el hecho de la búsqueda de una mayor comodidad respecto al originario taburete.El respaldo y reposabrazos de sillas y sillones permitían una mayor comodidad. El trono marcaba la diferencia entre pueblo y gobernantes. El taburete era bajo y funcional, el trono era alto y estaba decorado. El tipo de mueble de asiento marcaba la diferencia de clases.
Encontramos taburetes en el Egipto antiguo y en la Grecia y Roma clásica. Se utilizaba en el interior de las casas y como asiento de trabajo. Así se mantuvieron también en la Edad Media. A lo largo de la Edad Moderna (siglos XV a XVIII), van a coexistir los taburetes bajos de trabajo y normalmente de tres patas, con taburetes más sofisticados por los materiales utilizados o la tapicería. En el siglo XIX se impregnarán de los estilos de la época de los estilos Imperio, historicista-ecléctico, a final de siglo del Art Nouveau. Thonet diseña un taburete que se hace un clásico para las barras de bares y cafeterías, de madera curvada y con reposapiés.
El siglo XX transforma el concepto de nuestro sencillo mueble de asiento. El Movimiento Moderno los fabrica en metal (Bar Stool nº 1 de Eillen Gray de 1927), los hace apilables (Stool 60 de Alvar Aalto de 1933) o los convierte en una “máquina de sentarse” (Taburete LC9 de Charlotte Perriand, 1927). A medida que pasa el siglo sus asientos se convierten en sillines de bicicleta (Taburete Sella de Achille & Pier Giacomo Castiglione de 1957), o se hacen posmodernos, como el Dúplex de Mariscal (1981). En la actualidad encontramos mal llamados taburetes para lugares de ocio con reposabrazos y respaldos y siguiendo las últimas tendencias, taburetes que parten de materiales reciclados.
En la tribu de los Aran de Ghana, se cree que el que se sienta en un taburete del que no es propietario, queda contaminado por el alma del dueño. Quizá sea verdad. Ojalá nos contaminemos todos mucho de la bondad de un taburete en que su propietario sea bueno, justo y benéfico.
Fausto Sánchez-Cascado. «historiólogo creativo»