Tocadores

El tocador de ser un mueble casi desaparecido, en estos últimos años ha experimentado una cierta recuperación. Su denominación original en francés, table de toilette, y en inglés, dressing table, nos marca su origen, una mesa (table) que en su origen servía para arreglar el tocado, el peinado, o cualquier prenda que cubriera la cabeza. Con el tiempo, el tocador fue más allá del peinado y se utilizó para el arreglo general sobre todo femenino.

Sus antecedentes los encontramos en el antiguo Egipto. Allí existían unas cajas-cofres donde se guardaban los frascos para cosméticos, perfumes, aceites, maquillajes y espejos. Las romanas también los utilizaban. Tenemos que llegar a finales del siglo XVII para encontrar verdaderos tocadores parecidos a los actuales. Las nobles sobre todo francesas, situaron en sus dormitorios estructuras parecidas a mesas con espejo y cajones laterales, para situar allí sus productos y objetos de aseo. Los más sencillos eran de madera de abeto y los más refinados de caoba.

El siglo XVIII fue su gran época. Se convirtió, para las mujeres de la alta nobleza, en el mueble principal de sus dormitorios, auténticas, en algún caso, obras de arte. Empezaron a aparecer también tocadores masculinos, las barberas (barbière, barbieri), utilizadas sobre todo para afeitar la barba y empolvar las pelucas.

A partir del siglo XIX ya eran de uso corriente. Las técnicas para su construcción se abarataron. Se empezaron a situar en los baños. Los más sencillos eran de madera blanca pintada o barnizada, con una encimera superior normalmente de mármol y espejo. Solían ser de estilos variados, siguiendo el historicismo – eclecticismo imperante. Eran también, entre las mujeres de las clases altas, una especie de joyeros, allí se guardaban sus joyas. Las barberas, esa especie de tocadores masculinos, en la segunda mitad de siglo se pusieron de moda entre la clase alta y la burguesía. Su estructura era parecida a los tocadores femeninos. Como variante de las barberas aparecieron en España los palanganeros.

En el siglo XX, los tocadores más significativos fueron los realizados siguiendo estilos decorativos como el Nouveau-Modernista y Déco. A partir de la posguerra el tocador entró en decadencia. Los conceptos racionalistas que marcaban el diseño de la época estaban en contra de un mueble no estrictamente funcional. Por otro lado, la falta de espacio de las viviendas de la época tampoco era un elemento que ayudará. Así hasta los últimos años, el tocador casi se convirtió en un mueble museístico.

El actual resurgimiento ha llevado a unos tocadores más polivalentes, modulares e integrables a cualquier ambiente. Un mueble a la vez soporte, como una mesa, y contenedor. No centrado solo en baños y dormitorios.

Tocadores, algo más que un mueble para las damas.

Texto: Fausto Sánchez-Cascado «Historiólo creativo»

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