Carpas. Arquitectura fallera

La falla, ese monumento efímero entre irónico y satírico, es el elemento más definidor de las fiestas dedicadas a San José en València y otras localidades de la Comunitat Valenciana. Pero hay otros aspectos que forman parte de la fiesta; aspectos como la pólvora, la música, el fuego…, aunque quien vertebra la celebración es el fallero y la fallera, sus “homos festibus”. Falleros-festeros que se organizan mediante Comisiones Falleras que han generado un tipo de arquitectura festiva especial: los casals (Casales) y las carpas, de las que vamos a tratar a continuación.

En un artículo-post anterior (V:) ya tratamos sobre los casales. El casal es el local de las comisiones falleras, el lugar donde se conservan los elementos que las definen, donde se realizan las reuniones y actos más importantes de estas entidades festivas.

Las carpas son una construcción efímera-transitoria que encontramos en casi todas las Comisiones falleras. Se sitúan generalmente al lado de la falla o del “casal”. Su funcionalidad, su uso, es de complemento al casal. En ellas se realizan comidas, cenas, almuerzos. En algunos casos según su tamaño, fiestas de la comisión. A veces también se utilizan como depósito de piezas de la falla mayor o para guardar la falla infantil (de menor tamaño).

Siguiendo el excelente artículo de Moíses Domínguez;“Y al principio fue… Carpa”, podemos marcar su origen y evolución. Las carpas empiezan a aparecer en las Fallas a finales de la década de los ochenta del pasado siglo. Las fiestas en esta década crecen, los casales se quedan pequeños para albergar personas y actividades de las Comisiones falleras. Como solución surgen los paradores y barracas. Los paradores, que ya existían en las décadas de los cincuenta y sesenta, eran espacios fijos dedicados a actuaciones musicales y cenas de gala. Fue un tipo de espacio minoritario.

Lo que se denominaban barracas eran ya prácticamente como las actuales carpas, en algún caso más adornadas que las actuales y buscando la relación con las barracas huertanas. En la década de los noventa se empiezan a generalizar, aún, en general, con la denominación de barracas. Es ya en nuestro siglo, cuando se generalizan ya con la denominación de carpas. Su instalación aumenta exponencialmente, 250 este año 2019, y empiezan las críticas por su estética y excesiva ocupación de espacio que impide en muchas ocasiones la libre circulación.

Hay que entender las carpas falleras como un elemento complementario de los casales. Quizá, en términos del antropólogo Cliffort Geertz, un no-lugar festivo. Son producto de la masificación de la fiesta. Las críticas que padecen, como ya hemos indicado, tienen mucho que ver con su estética y dimensiones. En algunas ocasiones por su tamaño, llegan a dificultar la visibilidad del monumento fallero y a dificultar la circulación rodada. Como alternativa, quizá habría que reducir su tamaño y romper su excesiva frialdad-neutralidad estética, normalmente no se decora su exterior e interior, aunque hay alguna excepción y en algún caso se decoran. Ello se podría conseguir recuperando el concepto de las barracas festivas, utilizando, por ejemplo, vinilos decorativos e integrando-relacionando a la carpa con el monumento fallero o con el casal.

… y solo me queda por decirles, ¡Felices carpas!, perdón ¡Felices Fallas!

Texto: Fausto Sánchez-Cascado «historiólogo creativo»

FUENTES

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